Sin duda y con total justicia, durante mucho tiempo el maestro Andrés Segovia Torres fue considerado el más grande guitarrista de todos los tiempos. Tal denominación podría muy bien dársele en los tiempos actuales. Según el estudioso catalán Domingo Prat, es un "Eximio concertista en su más alta concepción y compositor modesto". Nació en Jaén (Andalucía) el 21 de febrero de 1894, aunque algunos biógrafos datan esta fecha el 17 de marzo de 1893.
Cuenta una anécdota, que cuando desde muy niño demostró una inusual pasión por la guitarra, sus padres le dijeron a modo de consejo; "¿Qué te va a dar esa cosa, un instrumento que toca todo el mundo?" Verdad o leyenda, este suceso habla claramente del concepto que se tenía en ese entonces de la dulce encordada. Este fue su gran mérito, llevar la guitarra a un nivel artístico jamás antes alcanzado, dándole valor de instrumento de concierto, a tal nivel de jerarquía que autores eminentes comenzaron a escribir música para él o para la guitarra en general como jamás se había hecho. Tal el caso de Joaquín Rodrigo, que le dedicó su "Fantasía para un gentil hombre".
Fue autodidacta, no se le conocieron maestros formales, aunque en cierta forma sigue la técnica de Tárrega, pero con independencia tal que puede decirse que él mismo creó su propia escuela.
Más que independiente es personalísimo en sus interpretaciones, quizás caprichoso, pero genial siempre, como decía de él en forma algo humorística su amigo Igor Stravinsky. En la época de la revolución española, vivió varios años en Montevideo y Buenos Aires, lo que ayudó a enaltecer y jerarquizar la música folklórica de esta región, incorporando a su repertorio obras de Julián Aguirre, por ejemplo. Refiriéndose a sus esfuerzos por mejorar el nivel artístico de la guitarra, siempre expresó su deseo de que en cada conservatorio siempre hubiera una silla y un atril para todo guitarrista.
Bibliog: Cédar Viglietti - Origen e historia de la guitarra
Domingo Prat - Diccionario de guitarristas